Reseña de las
palabras de Carlos Bruzera, en el salón LESTANI, Feria Regional del Libro.
Febrero de 2012.
Estábamos
debiendo esta breve síntesis, de
las palabras de Carlos Bruzera, que con posterioridad a la inauguración
del Busto de Mario Nestoroff, en la calle Pellegrini de Resistencia, el mismo
día pronunciara en el Salón LESTANI, en el marco de la Feria Regional del Libro
del Chaco, realizada en la misma ciudad.
No es una versión grabada, la que transcribimos sino surgida de apuntes registrados en el momento, por lo que pedimos sepa el
confraterno Perro Bruzera disculpar algunas omisiones, que seguramente dejan fuera giros e inflexiones que marcaron tan sentido como emocionado homenaje.
Y pongo especial empeño en consignar este testimonio
de un amigo a otro, porque de sus palabras surge por sobre todo la ofrenda, a
la radiante e incólume amistad juvenil fraternal, nunca deteriorada por
nada. Porque no nos cansamos de
sorprendernos, nosotros los fraternales,
del cultivo de la amistad, que forjaban nuestras adolescencias. La
varonil amistad que cultivamos en aquellos claustros, para nosotros natural e
inherente a las formaciones plenas que
nos planteaban los educadores, es un emblema que llevamos todos en el alma, y en
el hacer; que pareciera tan necesaria volver a promover, con especial empeño en nuestros jóvenes y en los tiempos que corren, para que surja una noble arista de la personalidad. Nuestra actualidad
necesita imperiosamente de amistades sólidas, indestructibles, que resisten el
paso del tiempo y de las más duras contingencias. Veamos si no.
Antes de entrar de lleno al sintético pantallazo de un discurso sumamente
rico y contundente, ya que es de esas
piezas que en pocas palabras exhibe un policromático enfoque de una vida que al ser evocada, se hace imagen concreta de una embellecida
realidad, quisiéramos compartir la
novedosa significación que Bruzera presentó de la palabra AGONIA. Hemos
ratificado con el Diccionario de la Real Academia Española y
acertadamente Bruzera la va a utilizar
en su acepción de origen griego y del latín: en la que significa:”ansia
o deseo vehemente; angustia o congoja provocada por conflictos espirituales. Lucha o contienda”
Dijo Bruzera que la primera vez que vino al Chaco,
hace unos años fue para estar en la presentación del Libro “Cazador de sueños”, entonces
había experimentado una íntima necesidad de rescatar para la memoria colectiva
la figura de un gran poeta. Y junto a ello experimentó el nerviosismo propio de
quien va a hablar de un ser cercano, a quien lo une una entrañable relación de
amistad y de ideales juveniles comunes.
En este 2012, con motivo de una nueva reimpresión de “Cazador de sueños”
– dijo- no sólo vuelve con las
mismas inquietudes de traer desde lo desconocido la figura de un poeta excepcional,
y así hacer lozana y actual la memoria
de un excelso artífice chaqueño de la palabra musicalizada en poesía: MARIO
NESTOROFF, sino que se propone encontrar
y dejar instalado en todos al hombre noble, puro y soñador que él conoció. Esa figura oculta,
desconocida para el común de la gente, tiene en Bruzera casi la convicción
de ser “un poeta maldito”, en el que la
figura humana opacó, y arrastró en brumas al brillante poeta, al amante de su
tierra, al agudo observador de espíritu
rico y de palabra musicalizada.
Para Bruzera la biografía de Mario, podría encuadrarse
en tres etapas, TRES AGONIAS.
La primera “agonía”,
la de su “infancia” con un padre severo y exigente, al que Mario experimentó distante, que tal
vez no veía en su hijo esa pujanza espiritual del poeta en ciernes; con
una madre buena, luchadora por
las iniciativas humanas y culturales, de su pueblo, y una excelente hermana que siempre estuvo con la mano tendida
hacia Mario. La tercera “agonía” de Mario, desde 1970 a 1980, la etapa que
Bruzera prefiere ignorar, porque lastima su corazón fraternal, fue la de Mario desorientado
deambulante y soñador, que va olvidando
y desgarrando su propia persona, embarcado en opacos peregrinajes teñidos de
alcohol, son los años del poeta trasnochado
y solitario que produce magistrales e infinitos poemas a cambio de lugares y
comidas. No quiere Carlos Bruzera – y lo afirma contundente. No quiere
saber de esa etapa oscura, ni que esa
agonía predomine sino que trae sobre el estrado, y lo hace con una fuerza
interior sorprendente, la que él llama de su segunda “agonía” la que
va desde 1950-1970, y que Bruzera titula casi ampulosamente, convencido de que
es la del verdadero poeta, la ETAPA AZUL
de Mario, de su querido amigo “el gallo” Nestoroff. Tal vez le adjudica el azul
de ese cielo, que los románticos habitan
tocando las estrellas y meciendo sus sueños en etéreas nubes viajeras.
Ese es el Mario Nestoroff, enaltecido en su fecunda
lírica y sostenido para siempre, por los mágicos duendes y las hadas que
rondaban sus versos, que debe quedar para la posteridad, y que puede
engrosar, con extraordinaria solvencia propia la lista de los hombres de
letras que aman su tierra, y le cantan con vehemencia inusitada, y con calidad
literaria inédita. Esa es la brillante etapa del joven que enriquece su formación literaria, leyendo casi
con voracidad a todos los insignes poetas, y de todos dice Bruzera: Mario era
adherente incondicional. Amaba a todos los que ilustraban sus devaneos de
musicalizar la realidad con palabras. Años de luz de Mario, que corriendo tras
las quimeras de sus sueños, se formaba a
la vez notablemente en la poesía vestida de lirismo. Y en ella evidenciaba su
interior auténtico de muchacho puro, despegado casi de lo que lo rodeaba, cautivando
a todos con una adultez de niño, encerrada en un corazón de mozalbete inocente,
que no se decidía a ser mayor. Etapa en la que evidencia los más sorprendentes
recursos del habla, con una inagotable fuente de nuevos vocablos, bellamente
sonoros, sencillos, justos, definitorios, magistrales y atrapantes en
descripciones y añoranzas, cálidamente expresados.
Bruzera, fue acumulando incontables poemas, anécdotas
y nunca encontraba esa fuerza interior
que es mandato de concreción, hasta que escribió su obra en el año 2005, y dice
“en
quince días escribí lo que guardé durante 25 años”.
Dice Bruzera, Mario
gustaba hablar de hadas y duendes, y el amigo tal vez más de una vez habrá evidenciado cierta incredulidad juvenil ante
ese recurso de la riqueza imaginativa de Nestoroff.
Agrega aquí Bruzera una anécdota que relata creando un ámbito sugerente, tan apropiado que hizo experimentar
a la audiencia que era parte de una gratificante atmósfera de intimidad, lograda en un rito de amigos. Dice
Bruzera que en las vísperas de cada 12
de mayo- día de su cumpleaños, Mario a las doce de la noche lo saludaba con un
poema que le entregaba personalmente. El día en que Carlos cumplía 21 años,
Mario escribió a la hora cero, configurando
casi un mandato de confiada esperanza en los ideales más caros, esos que él sostenía en ese transitar excelso de su
fascinante mejor etapa, que es la que lo proyecta a la posteridad.
“Déjame
amigo mío,
Que
pida al cielo de la mañana
Que
siempre tú creas
En
los duendes y en las hadas”
Tal vez duendes y
hadas lleven a entender lo que es eternidad en la pura inocencia de un niño; y
Mario alcanzó umbrales de gloria y eternidad, como un eterno niño, apoyado en ellos para seguir soñando.
Cerró Carlos su
disertación, diciendo: “por eso estoy convencido, que Mario está
por acá, lo flanquean sus duendes y sus
hadas,…sí, porque el Cazador de
sueños ha regresado para siempre,… para
quedarse en su tierra y con su gente”
Melba
y Pedro López
Mario Nestoroff para los suyos
El poeta íntimo.
Cuenta amablemente su sobrino: Fue un tío
cercano, afectuoso y solitario.
Llegaba a nuestra casa de San Bernardo, con
alegría sencilla, silenciosa, no
demostrativa ni de grandes gestos. Pero
de grata
cercanía y largos diálogos fraternos con mi madre.
Siendo pequeños nos sentaba en sus rodillas, y
nos dejaba algunas frases en versos, que nos resultaba grato escuchar.
Tengo el recuerdo de un hombre bueno, sumamente respetuoso, prudente, sobrio.
Muy sencillo y humilde. Sabía alejarse del ámbito familiar, cuando
su adicción al alcohol, lo doblegaba.
Desaparecía de la familia.
Ahora veo la proyección y la producción
literaria, pero él no hacía ostentación de esos dones.
Estamos orgullosos que el Museo de San Bernardo iniciado por mi madre, y al que ella dedicó muchísimos esfuerzos,
lleve el nombre de Mario Nestoroff.
Rcia. Febrero de 2012.
M.R. de López
Sin duda no es redundante agradecer una vez más a Melba y Pedro López. Ellos encabezaron la representación fraternal, tal como sucedió en otras ocasiones. Ellos recopilaron las palabras de cada instancia y las imágenes publicadas hasta ahora
¡Gracias, Melba Ruíz y Pedro López...!!!
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