Mario Nestoroff AUTORA: IRMA CARMEN PELLIZARI |
ENSAYO 2001 “Ramón de las Mercedes Tissera” Trabajo galardonado con una MENCION DE HONOR según consta en el acta del día 14 de diciembre de 2001 firmada por los miembros del jurado. TITULO DEL ENSAYO: “EL ESPIRITU DE MARIO NESTOROFF” FIRMADO CON EL SEUDÓNIMO: “ PRINCIPIOS AUTORA: IRMA CARMEN PELLIZARI |
El espíritu de Mario Nestoroff. Fue difícil asumir el tema. Un verdadero desafío por tratarse de una personalidad desconcertante, controvertida. De un sector, sus amigos y simpatizantes, quienes lo comprendieron y aplaudieron. Y fragmentado por un abismo otro sector que cuestiona y sólo señala defectos. Descorrer el telón para atisbar su vida, significa saltar de aquí a allá, entre blancos y negros, entre virtudes y equívocos. Su vida y obra fueron objeto otras veces de estudio, de prensa. Hombres y mujeres de tallas mayúsculas en letras hablaron de Mario. No se pretende aquí analizar sus versos, descifrar misterios, resumir su lira. Me anima una gran convicción que el espíritu de MARIO NESTOROFF aún está presente en cada rima, en cada nueva imagen que descubrimos al releer sus versos, que nos asombran evidenciando secretos antes ocultos. Para realizar este trabajo todo material fue procesado: largas entrevistas con su hermana, con amigos, con vecinos; una casette original con la voz de Mario, reporteado por el periodista Raúl Berneri, periódicos, revistas, cartas, el álbum fotográfico familiar. Dando a conocer facetas de su pasado, destacando datos biográficos, quizá pueda ayudar al lector a comprender mejor su vida traslúcida en su creación poética, erradicando prejuicios. La belleza de Mario no está solamente en sus poesías, también anidó en su espíritu, con la jerarquía de ser humano. Una geografía rica y variada, con el imponente Danubio cruzándola, uno de los ríos más destacados del mundo, zona de tránsito entre Asia Menor y Europa, ambicionada por imperios de turno, Bulgaria padeció largos siglos de sometimiento. Se deduce que su pueblo sería sufrido. Inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial los cines de las ciudades más importantes de ese país y los altoparlantes callejeros daban a conocer la tarea agrícola de la Argentina; posibilidades de adquirir tierras; las bonanzas del suelo. Esto provocó un gran flujo de inmigrantes. Las necesidades acumuladas exigían este nuevo destino, aunque los sentimientos echaban anclas en el “país de las rosas”, sus montañas, sus ríos, sus familiares y amigos. Una vez instalados en el Chaco, casi todos como cosecheros, la gran virtud solidaria hacía apoyarse unos en otros en sus tareas, en la búsqueda de lugares para establecerse y sobre todo el enorme apoyo moral para contrarrestar la melancolía. Pantaley Nestoroff buscó aquí oportunidades de paz y progreso. No pudo concretar el sueño de reunirse con su esposa e hijos que dejó en Europa. Pasaron los años y aquí conoció una bella joven llamada Saba Panoff (Sara), búlgara de origen. La fortuita circunstancia hizo que ambos cosecharan en chacras vecinas, sólo separadas por una cerca de alambre. Ellos hacían coincidir la llegada al extremo de la línea del algodonal para entrecruzar algún diálogo en su lengua de origen. Esto dio lugar a una relación que perduró toda la vida, hasta fallecer Panataley. Sara había cumplido sus 15 años, sin fiestas ni recepciones. Su padre la castigaba a menudo y vio en Pantaley, que ya contaba con 34 años, una salida airosa a esta difícil situación. Sus padres no dieron el consentimiento por lo tanto la unión se produjo sin celebraciones. Pantaley era un hombre muy inteligente, gran conocedor de muchas áreas; un modelo como vecino; respetuoso, solidario, extremadamente educado. Pero pasando el umbral de su casa, su antiguo cargo de Comisario en Bulgaria, su vida austera, la guerra vivida, su responsabilidad de jefe, le imponían un carácter demasiado fuerte, a veces intolerante. En el seno de ese hogar nace el primer hijo al que llamaron Mario, quien falleció muy pequeño. En el año 1935 se alegró la pareja cuando recibió la llegada de su única mujer: Petra. Tenían cerca del pueblo de Las Breñas (Chaco) un campito, que Sara debía cruzar caminando para solucionar cualquier problema, de salud, por ejemplo. Petra había nacido sietemesina, con escasas posibilidades de vida. El doctor López que la atendía llegó a asegurar a Sara que la perdería. Ya había fallecido su primer hijo. Angustias y lágrimas fueron tornándose en sonrisas cuando la niña logró restablecerse. Petra, al conocer estos hechos, ya mayor, tuvo el convencimiento de que si Dios le salvó la vida, ella debía compensar con algún mérito. Es la fundadora del Museo de Ciencias más importante de la Provincia (1981), cuyo moderno edificio fue inaugurado el nueve de agosto de 2001, a la vera de la Ruta Provincial Nº 6 en la localidad de San Bernardo (Chaco) durante el Gobierno del doctor Ángel Rozas y lleva el nombre de CENTRO CULTURAL MARIO NESTOROFF. En honor al meritorio trabajo en el área cultural desplegado incansablemente por la señora Petra Nestoroff de Maszezuk, la Organización No Gubernamental “Asociación Jóvenes del Presente”, que la cuenta como madrina, impuso su nombre al Salón de reuniones de la organización comunitaria, ubicada en el Barrio San Martín de San Bernardo, el 20 de noviembre de 2000. Retomamos la historia de los primeros años. Al año siguiente, el 21 de agosto de 1936 nació otro varón a quien también llamaron Mario. Nació en Las Breñas, Chaco, pueblo al que Mario le tributara hermosos versos ya poeta. Los niños crecieron con educación esmerada. Numerosas fotografías dan testimonio de una vida en familia, con pulcra vestimenta, de muy buen gusto. Mamá Sara brindó contención afectiva. Mas sus simples tareas restringieron su tiempo. Una tarde mientras sus hijos jugaban se les cayó encima una estiba de algodón embolsado y Mario quedó atrapado; fue muy difícil y preocupante rescatarlo. A la edad reglamentaria los niños ingresaron a una escuela de Las Breñas. Papá Pantaley seguía siendo exigente. De conducta militarizada, no admitía errores. Las faltas o pecados cometidos por Petra y Mario debían escribirlos en una libretita, supervisada por su padre. Cuando consideraba que debían ser reprendidos, imponía castigos corporales a ambos, o los encerraba en una habitación. Completaron la escuela primaria en Las Breñas y Sáenz Peña. Tempranamente Mario demostró su elevada inteligencia. Ya de niño recibió diversas distinciones. También desde entonces restó importancia a los halagos y cada vez que llevó a mostrar certificados de méritos, los olvidó en algún lugar o regaló a algún amigo. Era de contextura delgada, muy educado, afable, respetuoso. Quizá introvertido. Fue un soñador. ¿Buscaba refugio en sus sueños? ¿Una fuga de la realidad? Sus padres se ocupaban de una fonda (comedor) en Las Breñas, donde trabajaba toda la familia. Terminado el nivel primario, Mario estaba por ingresar al Colegio Don Orione de Sáenz Peña pero se sintió interesado por el Colegio Nacional “Justo José de Urquiza” de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, prestigiosa institución fundada en 1849. Lo habían conversado con algunos amigos y tomaron la determinación de viajar. El actual Escribano Público Inotan Senoff, de Presidencia Roque Sáenz Peña, narra aquel viaje junto a Mario. Ya Daniel, hermano de Inotan, asistía a aquel Colegio y hablaba muy bien de él. Dos chicos, con sus equipajes y colchones a cuestas, en tren rumbo a la ciudad entrerriana. Fue en marzo de 1950 cuando ingresaron juntos al primer año del secundario. Se alojaban en la célebre Asociación Educacionista “La Fraternidad” que albergaba gran cantidad de alumnos de todo el país. Importantes personalidades a lo largo de más de un siglo egresaron de ese colegio. Existía un sistema de becas para algunos alumnos y otros debían pagar aranceles. Al mes de estar internado, Mario tuvo un problema de salud. Contrajo fiebre tifoidea. Estuvo hospitalizado allí mismo, pues este colegio disponía de una amplia red de servicios. El presidente de la Institución, doctor Ernesto Maxit, abogado, profesor del colegio, inmediatamente se interesó por la salud del adolescente a quien le tomó gran cariño. Lo apoyó y le brindó contención. Mario mantenía muy buena conducta; era estimado por profesores y compañeros. Sostenía una armónica relación con ellos quienes, a veces, le pedían apoyo en sus tareas escolares. No tuvo ninguna clase de conflictos. Ya entonces se comenzó a apreciar su fluida tendencia hacia las letras. Escribía versos, poemas, participaba en concursos literarios; se destacó por su interés y cualidades de escritor. Siempre delgado, de menor estatura, el doctor Maxit le puso el apodo de “Gallo”. Cada alumno tenía su sobrenombre. Otro condiscípulo que narra sus vivencias es el Escribano Público Mario Alberto Vallejos Ripoll de la ciudad de Mercedes, Corrientes, amigo de Mario, quien fue interno desde 1949 a 1951. También afecto a las letras, fue jurado en 1950 de un concurso literario que organizó La Fraternidad, en el que Mario obtuvo el primer premio. Recuerda Vallejos Ripoll que presentó su trabajo “con una letra medio despareja y medio despatarrada, en una hoja de carpeta. El tema era libre y el autor volcó toda su inspiración poética en su nostalgia por la belleza de las selvas chaqueñas, la impetuosidad de sus ríos, la variedad de su fauna”. Lo describe como un “muchachito de pelo corto, con un marcado pilincho detrás, terriblemente inquieto, vivaz, de hermosos sentimientos”. Lo considera a Mario “un elegido, muy encima de todos nosotros, sufriendo la bendición de haber nacido poeta. Y me consuelo por el dolor de sus dificultades con la idea, infantil quizá, de que los poetas no mueren. Me viene a la memoria un pensamiento de San Gerónimo: “Yo soy el yunque del Señor, si el Señor pega en mí, es porque me ama” -y continúa la carta enviada a su hermana Petra-. Debe haber un cielo especial para los poetas, y desde allí, Mario nos sigue amando como nosotros no hemos dejado de hacerlo, a la espera de un encuentro final en el que creemos y esperamos…”. Hermosísimos conceptos vertidos desde el alma. Conmueven sus recuerdos nítidos, imperturbables, que almacena con un dejo de nostalgia, impregnados de nobles sentimientos. Otro compañero de estudios de la misma época fue el doctor Eduardo Wiede, quien dedica varias hojas de su libro titulado “El Palacio de Setiembre” a su condiscípulo. Allí narra que enseguida se hicieron amigos, ligados principalmente por su amor a las letras. Wiede hace mención de una temprana afición al alcohol y que pertenecía a la estirpe de quien vive “del lado oscuro”, pero no escatima elogios a su sensibilidad, su generosidad y educación. Mario gustaba hacer caminatas sobre las vías del ferrocarril, como desafiando al peligro, en un acto de desapego a todo lo terrenal. Amigo inseparable del mate, llevaba muchas veces en sus salidas rupestres la pavita cargada con agua caliente por cualquier buen vecino. En este libro de lenguaje ameno y distendido, se dan pormenores de los cinco años de Bachillerato en aquel prestigioso colegio y entretelones del internado. Las páginas destinadas a Mario están cargadas de ternura. Ya entonces era reconocido por sus dotes de poeta (1952), siempre recitaba hermosos fragmentos literarios y “hacía anidar bajo sus alas” a quienes gustaban de la poesía. “Con un gesto de vanidad mundana” algunas veces quemaba sus propias poesías, muchas de elevado valor literario. Aprendió de él a “trabajar sobre las palabras como un alfarero con el barro, para arrancarles brillo y color” enseñándole además “que nadie debía prenderse demasiado de las cosas”. ¿Quién como él? Tan seguro de poder recrear, mientras tanto otros guardan en cofres como tesoros sus versos, él se desprendía de ellos con natural libertad. Durante las horas del comedor, las charlas estaban cargadas de inquietud metafísica, de filosofía, sin dejar de lado jamás a la poesía. La revista Inquietud se publicaba mensualmente. Pertenecía a la Sociedad Protectora Fraternal. Comenzó a editarse en 1945 y su nombre sintetizaba la inquietud espiritual de los jóvenes. En la publicación de mayo de 1948 se puede leer el Decálogo del Fraternal, que trata sobre la armonía, la modestia, la tradición, etc. a la que debían ajustarse los alumnos. Mario llegó a ser colaborador de esa revista, expresión de los internos fraternales. Allí conoció a un buen amigo, un joven de Buenos Aires de apellido Bruseras. Con él, al terminar el Bachillerato Nacional (1954) viajó a la Capital para estudiar abogacía. Sufría estrecheces económicas y le escribió al general Perón solicitando una Beca de Estudios que no se concretó. No concluyó la carrera. Trabajó tres años en el estudio jurídico del doctor Alfredo Bitbol (Córdoba 1141). Con membrete de ese estudio escribió cartas dirigidas a sus familiares sobre el estado de salud de su padre, internado en el Hospital de Capital Federal. Mario correspondió a sus deberes de hijo. En un manuscrito enumera paso a paso el tratamiento médico que cumplía Pantaley; los días y horarios de visitas; algunos amigos y conocidos que fueron a verlo; el diagnóstico de los doctores. Él lo visitaba en forma asidua. Toda esta preocupación pone de manifiesto su espíritu solidario; sentía verdadero afecto por su padre y estuvo a su lado cuanto pudo. Siendo joven ganó el Concurso Nacional organizado por el Diario Clarín de Buenos Aires en el año 1960 Canto a las Provincias, con motivo de conmemorarse el 150º Aniversario de la Revolución de Mayo. A su poema lo tituló Canto al Chaco y lo otorgó un prestigioso jurado: Jorge Luis Borges, Enrique Larreta, Fermín Estrella Gutiérrez, Ricardo Molinari, Lisandro Zía. Con fuerza, en lenguaje lírico, expresa la caracterización de los paisajes chaqueños, sus algodonales, su generosa fauna, el perfume y color de sus flores, su gente sufrida y trabajadora. Esta distinción hizo conocer su nombre y sus cualidades de poeta por todo el país. Le valió también para ser nombrado periodista en el mencionado diario y la Beca para estudiar Abogacía, carrera que ya había iniciado en la Facultad de Derecho de Buenos Aires. Estaba gestionando su tarjeta de periodista para hacer entrevistas y notas internacionales. Trabajó allí algo más de un año. Cuando fallece su padre decide regresar al Chaco, dejando atrás tantas oportunidades laborales y abandonando sus estudios. Dijo tener un sueldo miserable y estar en la calle. Nunca dio demasiadas explicaciones. Mataba su soledad escribiendo y se acentúo su afición al alcohol. Desempeñó cargos administrativos en las Municipalidades de San Bernardo (Receptor de Rentas), Villa Ángela, donde en 1962 edita un periódico llamado Chaco y en Presidencia Roque Sáenz Peña. Colaboró en la redacción del diario El Territorio de Resistencia donde fueron publicadas obras suyas. Su aspecto personal dejaba mucho que desear. Algunos igualmente trataron de recuperarlo, de acompañarlo, le hicieron sentir su solidaridad en los momentos más críticos. Interrogadas algunas personas que lo conocieron bien se obtuvieron muchas respuestas variadas. Una mujer sólo citó una larga lista de defectos concluyendo que a ella le correspondió, por ser “amiga”, limpiar su cabeza de piojos y que su olor era “pestilente”. Otra señora sólo recordó “su bragueta abierta”. Pero también se recibieron testimonios valiosísimos de su solidaridad y gentileza. Pensé que la gente ve lo que quiere ver. Ningún testimonio recogí jamás que diga que era egoísta, vanidoso, ególatra, mezquino… ¡Jamás! Otra certeza para afirmar que su espíritu no se contaminó, se mantuvo incorrupto. Mario recorrió gran parte del país; vivió un tiempo en Misiones, después en Río Negro y otras provincias argentinas, llevado por su alma andariega, su trajín de bohemio. Donde fue llevó su poesía como un bastión. Cada vez que cayó, su lira se elevó vencedora, embebida de encanto. Escribía aun en las servilletas de los bares. Cuando no tenía sus escritos, elevaba su voz recitando bellas estrofas entre un auditorio que no podía sustraerse al hechizo de su pasión poética. Respetuoso, cortés, educado aun bajo los efectos del alcohol. Inspirado, romántico, soñador. Despreció el lujo, los honores, los halagos. Su madre contrajo nuevas nupcias y él no se sintió acogido en el seno de ese nuevo hogar. Recurría a médicos especializados y estuvo internado muchas veces. Merced a un trueque por una casa heredada logra reunir el dinero suficiente para viajar a Bulgaria, Patria de sus mayores. Esta alternativa había alimentado muchas esperanzas en su madre, quien quería que cambie de ambiente para lograr un restablecimiento duradero e inmediato. También él llegó a abrigar esperanzas. Estaba realmente entusiasmado con su viaje. Quería conocer de cerca el alma del pueblo eslavo. Una carta dirigida a Sara desde Sofía, fechada el 20 de abril de 1966 detalla paso a paso su viaje. Había llegado perfectamente y se encontró con numerosos parientes que se alegraron muchísimo de verlo, tratándolo como hermano. Su gente era simpática y bondadosa. Agradecían los obsequios enviados por su madre y hermana y los que él mismo había comprado durante el viaje. Se sintió en un principio verdaderamente feliz. Describe en sus cartas las bellezas de Bulgaria; sus montañas con cumbres nevadas; los frutales en flor. Siempre enviaba saludos para todos y firmaba “Cariñosamente Mario”. Creyó encontrar allí un nuevo mundo, sin ambiciones ni prejuicios. Fue recibido con honores por sus aptitudes de escritor y poeta por parte de las autoridades búlgaras. Pero pasado un tiempo comenzó a extrañar. Le resultaba difícil acomodarse a horarios rígidos. Él amaba la libertad, sus tardes sin obligaciones, las largas mateadas, las tertulias con sus amigos. Había sido nombrado docente de Literatura Española pero le costó adaptarse a las obligaciones exigidas. Bulgaria no resultó ser el país que él soñó y escondió su tristeza un sus versos. En Sofía le dedica un poema al mate, su gran amigo. No logró recuperarse de su enfermedad. En una cinta grabada cuenta de una sanción que recibió, debiendo trasladar fango en una carretilla, drenando el lecho de un río. Regresó después de más de dos años, recibiendo aquí correspondencia de sus alumnos en un perfecto español, fruto de sus enseñanzas. No lo manifestó explícitamente, pero hay quienes aseguran que aquí había dejado una novia que no encontró a su regreso. Y bien pudo ser verdad porque posterior a su viaje deslumbra con nuevos versos cargados de desasosiego y tristeza. Visitaba a su hermana en San Bernardo, respetuoso de ese hogar, de la familia, de los bienes. Su cuñado, Esteban Maszezuk, gozaba de una digna posición social y económica, que no fueron motivo para que Mario se aprovechara en manera alguna de esa circunstancia. Sentía mucho respeto y afecto y colaboraba en las tareas hogareñas. Amaba a sus dos sobrinos, a Doris le dedicó un hermoso poema con motivo de su cumpleaños, describiéndola en poéticos versos. Estudió violín y profesorado de Castellano, dio clases como docente. Muchas veces ayudó a estudiantes secundarios y universitarios a preparar sus exámenes. Visitaba amigos, concurría a bares, deambulaba por las calles libremente, se preparaba solo el mate, jamás tomaba si lo cebaba otro. Pero no era fácil retenerlo y se marchaba sin dar justificativos. Lo conocí un mediodía de verano, bajo un sol radiante de fuego. Él salía de la casa de su hermana con aspecto prolijo porque mientras ella lograba contenerlo vestía decentemente. No cruzamos palabra alguna. Las calles de San Bernardo no estaban aún pavimentadas y al paso de cualquier vehículo se alzaban densas nubes de polvo. Aún así percibí el impacto de su mirada. Jamás logré olvidarla porque no vi nunca mirada más expresiva. Desde la vereda de enfrente pregunté quién era. Después de varios lustros aún la recuerdo y le dedico estos versos modestos: SÓLO TU MIRADA Nada más que tu mirada yo recuerdo límpida, azul, cristalina y buena. Una mirada que es clamor y ruego al fulgor del mediodía veraniego. Tus ojos gritan y en mil cielos retumba tu voz en silencios huecos. Yo escucho a tus ojos que hablan, misceláneas de un diccionario abierto. Cuentan de viajes, lejanos mundos, de soledades mustias y amores vanos; de tu gran pasión, la poesía, que desnuda el alma en cada verso. Veo tu rostro enjuto, tu piel clara, adivino la ascendencia de extranjeros; me comentan al oído: - “Es Nestoroff, el búlgaro, anda buscando sueños”-. Pero yo sé que no fuiste misterioso, calle polvorienta de por medio, absolutamente todos, en un segundo, confesaste con la mirada tus secretos. Periódicamente sufría de alucinaciones y comentó a sus amigos que un trago lo sacaba de ese padecer. Tenía pesadillas, soñaba con serpientes, pájaros, guerras, con encuentros con Neruda. Siguió intercalando momentos brillantes, de singular producción poética y momentos decadentes, sumergido en tinieblas. Muchas veces fue alojado en la Comisaría de Resistencia para que no pase la noche errando. A la mañana siguiente el Cabo de guardia barría montones de papelitos, ¡eran poesías de Mario, tiradas a la basura! Aún hoy hay personal policial que recuerda y lamenta esos desaciertos. Después de cada caída se levanta: la lira está con él ¡Siempre! Y la esperanza resurge… Se desvanece de nuevo. Dormía en cualquier parte. Durante el invierno visitaba por las noches los talleres gráficos buscando el calor de las cenizas. (Después de derretido el plomo en las calderas, se sacaban las cenizas tibias). Conoció en 1972 al Director del Diario Norte quien le ofreció trabajo, Mario no aceptó. ¡Cuánta capacidad desperdiciada! En esa confluencia de cualidades y de imperfecciones, su poesía era su sello de presentación en cualquier escenario. La sutileza de su arte manifestando su estado de ánimo, sus sentimientos, sus emociones, lograba una corriente amistosa de inmediato. También recibía burlas y algunos huían sin ofrecer alegatos. Algunas veces describe con enorme belleza el paisaje de su Chaco; otras, deja espacios en blanco o vacíos, donde el lector encuentra liberada su propia imaginación para llenarlos. Su lenguaje figurado se impregna entonces de lirismo y musicalidad. Su capacidad creadora es innata, de ésto dan fe algunas personas a quienes dedica hermosos versos totalmente inéditos, recitándolos según la circunstancia o labor que estaban desarrollando en ese momento. Una vecina refirió que una mañana casi de madrugada estaba ella barriendo su vereda cuando vio pasar a Mario, después de un cortés saludo, él le recitó un poema totalmente improvisado, relacionado al hecho de barrer temprano, que la desacomodó en su terrenal espacio elevándola, debió sujetarse a su escoba porque creyó que iba a desfallecer. Dolor, impotencia, resignación. Un andar vacilante, una calle, una vereda de cemento. En el mismo pueblo que lo vio nacer, Mario tropieza y cae. Se golpea fuertemente la cabeza, en la región del occipital ocasionándole un coma cerebral por hemorragia intercraneal. Lo atendieron los médicos de Las Breñas, entre otros el Dr. Jorge Z. Michoff quien lo conoció muy bien en distintas etapas de su vida. Desde niño siguió su trayectoria, primero ascendente, después, la curva. Mario le solía confiar: - “Doctor, estoy en busca de mí mismo.”-. Después fue trasladado al Hospital Perrando de Resistencia. Anteriormente había estado internado allí repetidas veces, en la sala de psiquiatría, siendo atendido con profunda humanidad. A ellos les había dedicado un poema que tituló Canción del Hermano Enfermero (1973). En Resistencia tampoco pudieron hacer nada. Cuando cumplía 44 años, fallecía en otro 21 de agosto de 1980. Su cuerpo fue trasladado a San Bernardo donde vive su única hermana Petra Nestoroff de Maszezuk y sus sobrinos Isabel Dora (Médica Ginecóloga) y Esteban Gabriel (Arquitecto). A su sepelio asistieron personalidades reconocidas. Al cumplirse el primer aniversario del fallecimiento sus restos fueron trasladados a la necrópolis de Las Breñas. Allí descansa como había sido su deseo en vida. Sobre su tumba una lápida reza: “¡Marito!”. Diminutivo cariñoso pero quizá mezquino a sus méritos. Y el día después. Muchos interrogantes que ya no sirven. Sólo persisten sus versos encendidos, desprotegidos de ambiciones. A la poesía de Mario no la venció ni el bar, ni la apatía, ni… ¡nadie! A muchos de sus poemas se les puso música. Su poesía es motivo de estudio en escuelas y colegios, se la recita en los mejores escenarios, y seguirá inundando de enardecida emoción, como el perfume de las flores, el canto de los pájaros, la fresca humedad del rocío. Su biografía camina por el filo de la realidad y la leyenda. Algunas de sus poesías son: Canto al Chaco Canto a Raúl Berneri Canto a Las Breñas Indio Rasgueando Ha vuelto mi traje gris Poema para una Despedida Canción del Amor que vuelve Hombre de bar Ciudad del sol Canción de mi Barrio Pobre Un canto a Sáenz Peña Poema en Gris Bulín de Estudiante Patria, etc. Numerosas distinciones posmortum homenajearon al poeta. Se diría que su nombre está siendo cada vez más valorizado. En cada aniversario de su muerte se realizan actos realzando su obra pródiga. Está considerado el mejor poeta argentino descendiente de búlgaros. La colectividad Búlgara Jristo Botev de la ciudad de Presidencia Roque Sáenz Peña lo distinguió en un acto en el “Día de la Cultura Búlgara” el 22 de mayo de 1993 y me permito transcribir el texto del recordatorio, por tratarse de conceptos de alto valor: MARIO NESTOROFF “Está considerado el mayor poeta argentino descendiente de búlgaros. Su obra, que canta a la Provincia, Canto al Chaco, a su pueblo: Canto a las Breñas y a los valores universales de la sensibilidad humana, se integra en una conjunción telúrica y ancestral con la síntesis poética perfecta, don alcanzado únicamente por los elegidos de las musas y el talento. Honra a la Colectividad Búlgara y al Chaco, trasciende los límites provinciales y nacionales para convertirse en el Poeta de Todos, el Vocero de los Duendes y el Ciudadano Cósmico de las Letras”. Firmado: Eleonora de Lezcano y Dr. José Chuscoff (Secretaria) (Presidente) Bien dice el Dr. Eduardo Gómez Lestani, Presidente de la SADE filial Chaco, que la poesía de Mario perdura a través del tiempo porque es valiosa, no tenía recursos para promocionarla. Fue Gómez Lestani quien en el año 2000 da respuestas a un reclamo de muchos chaqueños: recopilar y publicar su obra, junto a un acertadísimo estudio de ayuda a conocerla e interpretarla, en un solo texto, como justo reconocimiento a sus méritos de poeta y como importante aporte a la cultura provincial. En el acto de presentación del libro: Mario Nestoroff, nuestro poeta de Las Breñas del doctor Eduardo Gómez Lestani, en el Museo de los Medios de Comunicación de Resistencia, oí un testimonio que ratifica otro anterior, en cuanto a la relación con la familia. Un reconocido escritor manifestó que cada vez que Mario tornaba de un período de permanencia en San Bernardo, todo el mundo se daba cuenta porque regresaba “empilchado”. Más recientemente, en el Primer Congreso Nacional de Escritores organizado por la SADE filial Sáenz Peña (Chaco) del 9 al 11 de agosto de 2001, el reconocido Bosquín Ortega tuvo palabras de reconocimiento elevado, hacia Mario, tan conmovedoras y profundas que debía habérselas grabado. Después de más de veinte años otros autores ponderan sus escritos. Vale. Son recuerdos imborrables y enternecedores. Acercándonos a la conclusión, expreso que sería un error creer que intento poner a Mario Nestoroff como ejemplo para que generaciones venideras tomen todo de él. Es un trabajo sencillo que pretende aportar datos para comprender su prolífera y bella obra; el lector descubrirá facetas y escondrijos de su personalidad, que vigorizan sentimientos implícitos en sus versos. Vivió y murió poéticamente. Quizá él mismo anheló que así fuera, sin provocaciones, sin exigencias, sin presiones ni al destino ni al hombre. Solo, pero de la mano de la poesía. Sólo trato de hacer comprender que su “espíritu” no era corrupto. Su afabilidad, su don de gente; la urgencia que sentía por socorrer las necesidades de sus amigos carenciados. ¡Él! Que no tenía nada para dar, se preocupaba para que no le faltara a sus “hermanos” en la miseria, compartiendo siempre un pucho y la yerba aunque más no haya tenido. Y también me remito a una “Anécdota Reveladora” publicada en un viejo periódico: la Familia Cristiana, que cuenta de la gran desavenencia que existía entre Rubén Darío y Unamuno; a tal punto que debió intervenir Valle-Inclán para dilucidar el conflicto. Fue inmediato y rotundo el juicio. Expresó Valle Inclán que mientras Unamuno poseía todas las virtudes de la carne, porque era frugal, abstemio, casto, infatigable, tenía en desventaja todos los defectos del espíritu, era soberbio, avaro, ególatra, rencoroso. Mientras que Rubén Darío tenía muchos defectos carnales, era glotón, bebedor, mujeriego, holgazán, pero almacenaba grandes virtudes espirituales porque era bueno, generoso, sencillo, altruista. Por eso “al morir se pudrirá el cuerpo y con él todos sus defectos, perdurando su espíritu que es lo bueno… ¡Y se salvará!”. Cuando pasen una o dos generaciones, difícilmente alguien recordará su rostro, su andar desaprensivo, su trivial figura. Pero su mensaje seguirá deleitando a muchas generaciones más, se elevará sorprendido por su calidez y belleza, garantizando la inmortalidad de su obra, que es fruto de su “espíritu”. |
Fuentes consultadas ENTREVISTAS: Sra. Petra NETRO DE MASZEZUK (San Bernardo) Escribano P. Nac. Inotan SENOFF (Sáenz Peña) Dr. José CHUSCCOFF (Sáenz Peña)- AMIGOS- VECINOS DIARIOS: “EL DIARIO”,, “NORTE”, “DIARIO CHACO” “POGHAA PEU” (Bilingüe: Español Búlgaro) “TRIBUNA CHAQUEÑA” REVISTAS: “GUIA PARANA” (Abril 1975) “BOSQUIN ORTEGA- La Navidad Chaqueña” (Dic.1988) “CHACO ADENTRO” (Charata-Dic./92 “UCAL CHACO” (Nº6) “ESPEJO” (Nº1 ----FAU---U.N.N.E.) “INQUIETUD” (Fraternal—Año III Nº5---Concepción Uruguay) TEXTOS: “EL PALACIO DE SETIEMBRE” de Eduardo Wiede. “MARIO NESTOROFF- Nuestro Poeta de las Breñas” del DOCTOR EDUARDO GOMEZ LESTANI. OTROS: ALBUM FOTOGRAFIAS FAMILIARES. ALBUM COLECTIVIDAD BULGARA “JRISTO BOTEV” ((S. Peña) CARTAS - DOCUMENTOS--- CASETTES--- |
Centro de ex Internos Fraternales "Dr. Ernesto A. Maxit" Concepción del Uruguay (Entre Ríos)
20 de Junio - Día de la Bandera Argentina
viernes, 20 de mayo de 2011
"EL ESPÍRITU DE MARIO NESTOROFF" por Irma Carmen Pellizari
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1 comentario:
Me acuerdo q del unico cine existente en san bernardo era de petra y su esposo. Tambien fue la maestra de primaria d mi hermana. El ensayo sobre la vida de mario nestoroff transmite la humildad de este gran poeta, pero el haberlo conocido cuando visitaba san bernardo con su particular vivencia es indescriptible la emocion que recuerda mi memoria
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