20 de Junio - Día de la Bandera Argentina

viernes, 11 de abril de 2008

A 138 años de Tragedia del 11 de Abril - II Parte

A 81 años de la Tragedia 11 de abril (La versión del Oficial del batallón 1º Entrerriano)por Leandro Ruíz Moreno.

Parte II

“…Ya para principios de 1869, el Coronel Don Pedro M. Gonzalez, Jefe del Batallón 1º Entrerriano, había manifestado a los oficiales de dicha unidad, que el General Urquiza le había dicho que se intentaría asesinarlo, dándole noticia que entre los complotados se hallaba un graduado de dicho batallón. Y si bien el Coronel mencionado tomó algunas medidas, hablando con sus oficiales con respecto al honor del cuerpo y de cada uno de los componentes, las cosas no pasaron de ahí.
Indudablemente que los que preparaban el movimiento buscaban el momento propicio y éste se presentó con motivo del licenciamiento ordenado por el Gobierno nacional para el mes de abril de 1869, tiempo en que las unidades quedaron reducidas en sus efectivos. Fue en esa fecha en que el Batallón 1º Entrerriano, se constituyó en destacamento de poco más de cien hombres, efectivo que tenía el destino de cubrir los distintos servicios de guardia propios del Palacio San José, custodias, rondines y puestos. Esta tropa, tenía a su cargo, además de la función señalada, la guardia y vigilancia de presos y la misma función correspondiente en el depósito de municiones y armamento, hallándose éste último a unos 600 metros aproximadamente del Palacio San José, rumbo al Este, próximo a un galpón en el que se alojaban piezas de artillería y granadas.
Los oficiales de esta pequeña guarnición eran relevados cada tanto y uno de estos relevos de servicio se produjo en el mes de noviembre de 1869, interviniendo en el mismo como fuerza entrante el Teniente Larrachao y el Subteniente Romero. Fue más o menos para enero el tiempo en que apareció en San José el Mayor Don Robustiano Vera, jefe correntino que había sido ayudante del General Urquiza. Vera quedó una noche en la guardia del palacio y se dijo que había venido para conversar con Urquiza y que después de haber hablado con el General se había trasladado a la Estancia San Pedro con el objeto de tener una entrevista con Nico Coronel (Nicomedes Coronel, aquel que hirió repetidas veces al General Urquiza cuando ya se hallaba en los brazos de su hija Dolores).
En las postrimerías de marzo de 1870 se tuvo noticias de una reunión efectuada en la Estancia de Arroyo Grande, propiedad del General López Jordán, reunión que se hizo para dejar arreglado el plan que se habría de llevar a término interviniendo en el mismo el jefe precitado, vera, el mayor correntino del batallón 1º Entrerriano. Luengo, Mosqueira (José María Mosqueira: concurrió a la batalla de Monte Caseros con el grado de Alférez, revistando en el Ejército Entrerriano, División Almada, 1er Escuadrón, 1º Compañía, según situación de revista firmado por el Teniente Don José Eulogio Amarillo en el campamento General de Palermo el 1º de abril de 1852, con el Vº Bº del Coronel Mayor Don Apolinario Almada. Fue prendido por el Coronel Taborda), los hermanos Querencio y algunos otros.
En este encuentro se trató cual sería el procedimiento que se tomaría con respecto al General Urquiza, escuchándose algunas opiniones de los complicados en estos sucesos.. En tal circunstancia, el general Ricardo López Jordán habló del concepto revolucionario que tendría el movimiento, y de que tal asunto requería la prudencia de los participantes en forma tal que Urquiza fuera tomado prisionero sindaño para su persona y con la condición que debía dejar el mando de la Provincia, saliendo del país o retirándose totalmente a la vida privada. Este criterio, sostenido por López Jordán, no era el mismo de los otros participantes, particularmente de los hermanos Querencio (Doctor Carlos María Querencio, hermano de Mariano y María magdalena, hijo de Juan Manuel Querencio y de doña Polonia Alsina. Dedicó su última prueba de la facultad de Medicina al Excmo. Señor Ex – Presidente de la Confederación Argentina General D. Justo José de Urquiza) y de Robustiano Vera, que pensaban en la necesidad de asaltar el Palacio San José y fuera por sorpresa o por medio de la lucha abierta. Más o menos a esta altura de la discusión planteada, López Jordán anunció que todo se perdería si persistía el pensamiento de ultimar al General Urquiza, tomando entonces los acontecimientos un carácter agrio y de violencia, acompañado de gesticulaciones violentas por parte del jefe revolucionario. Esto lo dijo algunas veces el Capitán Hermenegildo Lasota, como también se hizo eco de lo mismo el Coronel Nadal y otros.
Después de la conferencia terminada en la forma expuesta, los complotados tomaron unos el camino de Concordia y los otros para San José. Los primeros eran los que llevaban objetivos contra los hijos del General Urquiza y los segundos directamente contra el Organizador Nacional.
Estos acontecimientos habrían sido coetáneos de una reunión enla estancia San Pedro, de la que era Mayordoma Nicomedes Coronel, uruguayo que había llegado a Entre Ríos pidiendo la protección del General Urquiza. En esta estancia se hallaban Luengo y un sobrino de éste, Alvarez, junto a otros que participaron directa o indirectamente en el asesinato del vencedor de la batalla de Monte Caseros.
El Palacio San José tenía una ubicación esencialmente apta para la defensa del mismo, en lo que había intervenido directamente Urquiza, que si bien edificara su casa en una zona de soledad y aislamiento,. Tomó las providencias necesarias para que el edificio reuniera las mayores condiciones de seguridad, lo que se verifica en el espesor de los muros, puertas de madera y verjas de hierro, rejas en las ventanas, etc, Además, se hallaba protegido el Palacio por la guardia y destacamentos en la zona del frente y posterior y a los flancos abiertos, donde, por otra parte, vivía gente de confianza. Fuera de lo expresado se cumplían servicios de rondines.
El día 11 de abril en horas de la tarde, Urquiza se encontraba sentado en la galería situada en el frente del Palacio San José, la que queda ubicada al frente de los jardines, manteniendo una conversación con el Mayor Solano (Muerto el 12 de julio de 1870), que era el Administrador y Mayordomo de la Estancia “Caseros”, de la que era dueño el General Urquiza. Serían las siete de la tarde aproximadamente, cuando el citado Solano escuchó ruido propio de gente a caballo, y como dijera all General que iría para ver de lo que se trataba, éste le respondió confiadamente que el ruido provenía de los peones de la estancia San Pedro que estaban llegando a la pulpería. Fue entonces cuando se escucharon algunos gritos, oyéndose distintamente: “¡Muera el tirano Urquiza!” y “¡Viva López Jordán!”. Ya enterado el General Urquiza de la naturaleza de los sucesos que debía enfrentar, dispuso que el Mayor Solano serrara las puertas que daban al segundo patio –el ataque se produjo por la puerta posterior del Palacio (Por entrada posterior del Palacio San José debe interpretarse el ingreso que tiene a su derecha la capilla y a su izquierda la casa de negocio. Protegido por verja de hierro y portón que abrió oportunamente Leiva para que ingresaran los asaltantes), mientras él se encaminaba rápidamente a tomar las armas y prepararse para la defensa. El mayor Solano de inmediato procedió a cumplir la orden recibida, pero, en su aturdimiento ante la gravedad de los hechos que tenía ante sus ojos, no reparó en los ganchos que tenían puestas las hojas de la puerta para mantenerlas abiertas de par en par, y éste fue el momento que aprovecharon los jinetes para penetrar en el patio,, casi frente a las habitaciones, donde desmontaron. Mientras esto pasaba, el General Urquiza, quizá previendo un ataque por la espalda, había cerrado la puerta que daba al jardín, viéndose aparecer su figura en la galería, donde se destacaba por estar vestido de tela blanca. Visto esto por los que habían irrumpido violentamente en el interior del edificio, procedieron a efectuarle algunos disparos de armas de fuego sin lograr herirlo. Apercibido Urquiza de su situación de peligro, penetró en una de las habitaciones, viéndosele armado con u rifle, situado casi en el centro de la pieza y rodeado por los angustiados miembros de la familia. Ni en su ancianidad Urquiza dejó de ser un hombre valiente y arrojado, ya que se preparaba para vender cara su vida, en tanto que su secretario privado, el Dr. Julián Medrano, huía por la parte del frente del edificio avisando a amigos del General. En ésta oportunidad, por una abertura de una puerta entrecerrada, Alvarez hizo fuego contra el General Urquiza produciéndole la herida de la cara, en el costado izquierdo de la nariz. Este proyectil derribó al patriarca de San José que poco antes había gritado “¡Asesinos!” y algunas palabras más, y fue en ese entonces cuando los asaltantes penetraron en la habitación, hiriéndole repetidas veces con armas blancas. Había intervenido en la defensa del anciano glorioso una hija del General (Dolores de Urquiza, que contrajo enlace con Saenz Valiente y cuya fotografía publicamos, tomada de “Caras y Caretas” del 20 de octubre de 1901, lo mismo que la de Cipriano de Urquiza),que, armada de un sable atacó a algunos de los autores de estos hechos.
No existe duda respecto de que la guardia del Palacio San José no cumplió con su deber y algunos de sus hombres estaban complicados en este asunto, ya que imaginando la fidelidad de la guardia pecitada, no se concibe la entrada de la gente en forma tan desaprensiva y sin que mediara la lógica resistencia del caso.
Las largas actuaciones sumariales que originó la tragedia del 11 de abril de 1870 reportan aclaraciones a sus distintos aspectos, pero también representan un cuadro de contradicciones en lo que respecta a varios de los testigos presenciales.
La lista de los participantes en el alevoso crimen se fue ampliando y así se supo la intervención directa y principal de Simón Luengo, Nico Coronel, que tenía en su haber varios asesinatos, el Pardo Ambrosio Luna, herido de bala, según el informe de Anderson, por el disparo que había hecho el General Urquiza, así como las actuaciones de José María Mosqueira, aquel que falleció en Gualeguaychú cuando aún la justicia no se había pronunciado definitivamente, y la Juan Pirán, Pedro Aramburu, Facundo Teco, Amarillo, Bargas, Leiva y Agustín Minuet. También se supo quien había sido el encargado de abrir las puertas para el ingreso de los asaltantes y algunos otros detalles relacionados.
Aquello que había dicho don José Hernández, el inmortal autor de “Martín Fierro”, se había cumplido. Lo estampó en “El Argentino”, en el año 1863, donde dijo: “El General Urquiza vive aún, y el General Urquiza tiene también que pagar su tributo de sangre a la ferocidad unitaria, tiene también que caer bajo el puñal de los asesinos unitarios, como todos los próceres del partido federal”.
“¡Tiemble ya el General Urquiza; que el puñal de sus asesinos se prepara para descargarlo sobre su cuello! Allí en San José, en medio de los halagos de su familia, su sangre ha de enrojecer los salones tan frecuentados por el partido unitario”.
La terrible profecía de Hernández se había cumplido y manos homicidas troncharon la vida del Patriarca de San José.
También el vaticinio de Victorica ya era un hecho “Urquiza será mártir de la lealtad”.
Una feliuz coincidencia, el encuentro de un viejo amigo, me alienta para la publicación de este trabajo, que lleva la versión de un Oficial que actuó en el 1º Batallón Entrerriano, cumpliendo servicios propios de la situación en el Palacio San José, en la época de los sucesos ocurridos en abril.
Fue publicada en un diario de Concepción del uruguay, poco después de 1910, órgano de prensa cuya dirección era ejercida por el señor don Cipriano de Urquiza, hijo del General. Este también era el relato que hizo alguinas veces el profesor Ugarteche en el año 1919, en base a un extracto de lo que se había publicado y de lo que me permitió tomar algunos apuntes que creo fueron dados a publicidad resumidos en un periódico de Palermo, Buenos Aires, entre los años 1919 y 20.
Agrego algunos nuevos antecedentes de don Mariano Martinez relacionados con los que publiqué en 1949 (“La Peste Histórica de 1871. Fiebre Amarilla en Buenos Aires y Corrientes”) y también información inédita sobre parte de los actuantes.
Ya en la imprenta este trabajo, el señor D. Anibal S. Vázquez nos ha informado que el diario cuya dirección era ejercida por D. Cipriano de Urquiza se llamaba “Evolución”. Agradecemos a este amigo su información que es el fruto de su obra referente al periodismo de la Provincia de Entre." Ríos.

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Homenaje al Ingeniero GUSTAVO TORRESÁN (f), hijo del Fraternal Jorge Torresán

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