El Doctor Antonio Juliá Tolrá era bajo, pero de buena constextura; míope; muy míope, pero de larga y clara vision; accesible a todos, comprensivo; tolerante pero firme en sus decisiones; consciente de la responsabilidad que habia asumido; versado en todas las intranquilidades sociales, politicas, educacionales, artisticas y literarias de su epoca, Juliá Tolrá poseia la virtud nada frecuente de inspirar confianza en los jóvenes. Había nacido en Barcelona en 1878. Niño
llega al país y fallecido su progenitor regresa a la tierra natal donde se gradúa de médico. De regreso a nuestra patria, que él llegó a amar tanto como a la suya propia, se radica en Santa Fe, donde cubre con plausible eficiencia varias décadas de afanoso quehacer hasta su fallecimiento en
diciembre de 1954. Su vocacion docente le lleva a ejercer la presiden cia del Consejo de Educacion de la mencionada provincia, el rectorado del Colegio Nacional de la ciudad capital, la direccion del Bachillerato Nocturno y Liceo Nacional de Senoritas, que el funda, experiencias que, enriquecidas con el ejercicio del tutoriado fraternal y la catedra en el Colegio Histórico, le permiten volcar en el libro medulosos conceptos sobre nuestra zarandeada ensefianza media. Iniquieto y fecundo, su laboriosidad le concede tiempo para incursionar en el periodismo
y en las bellas letras" en prosa y en verso, algunas de cuyas producciones dio a la prensa con el seudonimo de "Tarloy". Tal el h0mbre. Veamos su obra.
En materia de internados no habia en nuestro pais una experiencia utilizable, salvo la adquirida en muy contados institutos, especialmente religiosos, y desde luego, en el primitivo Colegio del Uruguay. Todos ellos habian sido planificados, incluso el de La Plata, sobre la base del régimen de vida colectivo, y por lo tanto, sin concesiones para con las idiosincrasias individuales. Con respecto a la entonces novedosa concepción tutorial, nuestros antecedentes se reducian a la literaturaespecializada. Conviene recor,dar que los primeras se confiaban a pedagogos y su éxito dependía de la disciplina a cuyas normas reglamentarias debian subordinarse los individuos y el conjunto; la direccion de los segundos competía 'naturalmente a hombres que mas que maestros fueron padres en un ambiente hogareño de tal manera que la vida diaria se desenvolviera sin coerciones. El objetivo inmediato y final de , la conduccion era pues el pupilo y no la masa de educandos. La viabilidad del régimen depenedía, en consecuencia, mas de la calidad de la persona a quien se confiara la responsabilidad de la direccion que del sistema en sí.
LA FRATERNIDAD, a pesar de sus deficiencias estructurales, era un recipiente adecuado para intentar la aventura tutorial. Ningún establecimiento de su índole podía comparársesele tanto por sus objetivos eminentemente altruistas como porla benevolencia de su régimen interno.
Juliá Tolrá, dueño, de una imaginación extraordinaria pero dotado a la vez de gran sentido práctico para concebir y escoger los mejores medios de accion, encamina sus esfuerzos a establecer novedosas bases de convivencia fundadas en el sentido del deber y de la propia superación de los jóvenes educandos a quienes se les otorgaba su libertad, decía, "en un medio, en el , que no caben reglamentaciones represivas y sí tan solo las que tenían por objeto hacer posible la vida de la comunidad". Expresaba estos y otros novedosos conceptos en un interesante folleto titulado "Algunas instrucciones y consejosa los internos de LA FRATERNIDAD" por su tutor el doctor Antonio Juliá Tolrá; impreso en los talleres "La Aurora", de esta capital. Sobre tales fundamentos de limpia inspiracion democrática y
bondadoso paternalismo, organiza bajo su direccion lo que llamará la ''Republica Fraternal" .. EI gobierno de ésta se confiaba a la "Asamblea de Internos", la cual, por la vía del comicio, elegía un representante por cada quince electores, "Ministros" según su terminología, encargados de presidir las comisiones de "Cultura", "Disciplina", "Interior", "Estudios" y otras. El horario interno, sanciones disciplinarias, actos culturales, estudios, esparcimientos, vigilancia de los servicios varios y del estado del edificio y sus instalaciones quedaban de hecho subordinados a la
iniciativa de los propios destinatarios. Quince actas de otras tantas reuniones, de ese "Consejo de Ministros" celebradas entre el 16 de octubre de 1916, y el 4 de mayo de 1917 y mi propia experiencia personal, me autorizan a creer que la "República Fraternal" fue en nuestro pais un ensayo aleccionador, vigente hoy en muchos institutos similares europeos y
americanos. Por supuesto esa novedosa mecánica interna no constituía un fin en si mismo sino el medio para lograr los altos objetivos docentes que el tutor se proponia.
Sus ideales como hombre y maestro eran de elevado contenido social, y hasta
tal punto insólitos en aquella hora, que provocó notorias resistencias en los
altos cfrculos docentes apegados a viejas tradiciones lugareñas. Juliá Tolrá, profundamente versado en los problemas de la adolescencia, actuaba en dos direcciones convergentes: una, despertando el sentido de responsabilidad personal inherente a la condición humana; otra, infundiendo confianza en aquellos que creen en en sus semejantes y se empeñan en mejorarlos. Tales premisas conducian a admitir que el joven fraternal ademas de estudiante era un hombre libre, en formacion desde luego, pero hombre al fin, sujeto no a restricciones disciplinarias, sino a
conduccion paternal. Ser aplicado, ostentar las galas propias del buen alumno, continuaban siendo en su República méritos estimables pero parcializados, inherentes a un estado o condicion transitoria en la vida del adolescente. El enseñaba que otros muchos caminos conducen a la elevación de la juventud; y era indispensable recorrerlos, ya que hacían a la esencia misma de las futuras personalidades tales como la honradéz, la honestidad, la dignidad, el respeto a sí mismo, el sentido ético en la conducta publica y privada. . Hacer comprensibles esas verdades simples, y capacitar a la juventud para que obrara de acuerdo con ellas, era la chispa
inspiradora de su cotidiana labor.
Nuestro Próspero solía decir: "La instrucci6n hace mejores a los hombres mostrando que la conducta del letrado no es igual a la del pobre analfabeto; que las reglamentaciones son inútiles cuando los jóvenes tienen conciencia de su deber y del propio valor moral de sus acciones". "En una sociedad de hombres libres no caben las funciones policiales y síla guía y el
adiestramiento en el cumplimiento del deber", propiciando las actitudes urbanas en todos los aspectos de la vida de relación. Sea culto en el lenguaje y los ademanes", agregaba; "quien se acostumbra en la intimidad lo sera tambien en publico." Enseñaba las normas de la templanza y de las buenas costumbres aceptando el hecho incuestionable de que "la carne es débil y la voluntad de los jóvenes vacilante e inexperta". Predicaba que "el valor, el verdadero valor, se prueba dominando las propias pasiones y los impulsos irreflexivos". Sobre tales premisas, que el insinuaba con exquisita sencilléz en ocasion de los mas nimios acontecimientos de la vida diaria, como un riego fertilizante en el alma limpia de sus pupilos, regía la vida de la bulliciosa la no siempre comprensiva comunidad. Era un padre bueno; un padre bueno a quien se quería y escuchaba. Su fluencia espiritual nunca nos ha abandonado. El tutoriado fraternal fue un ensayo breve pero fecundo en enseñanzas. Duró, ya lohemos dicho, el término convenido y no renovado
entre la Naci6n y LA FRATERNIDAD. Pero menos, mucho menos, se mantuvo en el cargo don Antonio Juliá Tolrá. Es que nunca, desgraciadamente, se concedió tiempo en la enseñanza pública a quienes tuvieran ideas constructivas y voluntad para ejecutarlas como las tuvo este grande hombre de nuestro recuerdo.
Casi un cuarto de siglo separa a Antonio Juliá Tolrá de Bartolome Vassallo.
Remanso apenas turbado por las fiestas de conmemoración del 50° aniversario y el alistamiento exterior del actual edificio erigido al iniciarse el segundo decenio del presente siglo. Vassallo no es un simple accidente mas 0 menos significativo en la realidad temporal de la Institución, sino una
eminencia desde cuya cima es posible entrever un porvenir definitivamente mejor. En su testamento, otorgado muy poco antes de su muerte, expresó que no llevaria consigo ningún rencor habiendo hecho todo el bien que pudo; que tampoco se quejaba porque en las partes de alegrias y de penas que forman la vida, las primeras habían sido mucho más que las úlltimas; que hubiera sido su deseo comenzar en vida la ejecucion de las obras de beneficencia que dispone en su testamento, pero que presiente que desde la muerte de su querida esposa su fin se aproxima y que esos deseos el ya no podra realizarlos. Palabras sencillas, en cierto modo melancólicas, que definen toda una existencia.
Nos propusimos recordarlo no precisamente por su generosidad, que fue mucha y desacostumbrada en nuestro medio, sino por las posibilidades de dimension imprecisable que ha hecho asequibles. En términos estrictamente materiales Vassallo nada debia a LAFRATERNIDAD. Desde su ingreso en el año 1884 hasta alejarse de ella en 1888 fue siempre pensionista. Es este un hecho que conviene dejar bien aclarado. Mas tarde, en su maduréz, en muy pocas oportunidades, salvo en íntimas tertulias con viejos camaradas, pulsó la cuerda lírica de sus reminiscencias estudiantiles . Pero LA FRATERNIDAD estuvo siempre en su
corazón. Extraordinariamente bien dotado, ingresó al Colegio del Uruguay antes de cumplir diez años de edad, recibiendo el titulo de bachiller en 1889, vale decir, a los quince. Habia nacido en Gualeguay el 11 de diciembre de 1874. De aguda inteligencia, observador incisivo, rápido en sus juicios, certeros siempre, de extraordinaria capacidad para el trabajo, Vassallo debía ser y fue médico por decidida vocacion, mas concretamente, cirujano en el mas alto sentido de la palabra. Can notas sobresalientes se gradúa en la Universidad de Buenos Aires en 1897 y practica en los años iniciales en el Hospital de Clínicas al lado de profesores de la jerarquia de Castro y Gandolfo, cuyas famas colmaban de orgullo la actualidad cientifica de aquella hora.
En 1940, poco despues de asumir por primera vez la. presidencia del Consejo Directivo de la Institucion, quisimos ensayar la aventura de atraer hacia la vieja y entonces olvidada casade estudios la atencian y el apoyo popular siempre decisivos en sus horas difíciles. Creamos un pretexto: erigir en ella un mastil y adquirir una bandera patria. Sobre esta base, ingenua si se quiere, convocamos a los amigos de LA FRATERNIDAD que los sabiamos numerosos pero indiferentes. Logramos, no sin esfuerzos, organizar una comisión que se llamó "Pro-Obras", integrada por calificados vecinos, a uno de los cuales, el doctor Delio Panizza, se le confio la
presidencia. Tal como consigné en la Memoria correspondiente al año 1941 haciendo estricta justicia, por iniciativa de doña Lelia Gutierrez de Marco, distinguida integrante de la referida Comision, los modestos propósitos de nuestra originaria iniciativa se ampliaron a objetivos mas vastos. Muy pocos dias despues de solicitarse la colabaracion pública un ex interna, el doctor
Bartolomé Vassallo, por intermedio del doctor Benigno T. Martinez, pidió que se le permitiera hacerse cargo del costa total de las obras proyectadas.
El 14 de mayo de 1941 la nombrada comision "Pro Obras" pudo hacer entrega a LA FRATERNIDAD de las mejoras logradas con empeño y desinterés ejemplares. Asi y entonces puso termino definitivo a su briIlante gestion, tanto mas meritoria si se tiene en cuenta que ni el doctor Panizza ni la mayor parte de sus miembros integraban la conduccion de la Sociedad. Pero LA FRATERNIDAD ganó en esas circunstancias más, mucho más que esas mejoras.
Ganó un decidido y generoso protector, ganó un amigo cordiaL A partir de entonces, Vassallo establecia con la institucian, por mi particular intermedio, estrechos e ininterrumpidos vínculos honrandome con su amistad. que se tradujo en un nutrido intercambio epistolar, revelador de su extraordinarla calidad humana. Vassallo retomaba espiritualmente a LA FRATERNIDAD despues de medio siglo de ausencia física, pero, valga la paradoja, sin haberla dejado nunca
del todo. Desde luego, no era la institución él habia conocido en su adolescencia. Pobre sí, igualmente pobre, pero sin el espíritu de lucha e iniciativa que alimentaban a aquella que él dejó en 1888. Sus recuerdos tampoco lo vinculaban al ambiente fisico del albergue levantado en la época de Ugarteche, pues nos los decía en una de sus numerosas cartas que conservo, el primer año lo pasó en la casa de "techo pajizo" que tenia la Sociedad como dependencia, creo, decía,en la
calle 9 de Julio, y los restantes en la central que estaba frente a un hotel que se llamaba "Del Comercio". Si algo lo ataba a LA FRATERNIDAD, era, pues, el añejo espíritu altruista que presentía latente en los dias de su retorno.
llega al país y fallecido su progenitor regresa a la tierra natal donde se gradúa de médico. De regreso a nuestra patria, que él llegó a amar tanto como a la suya propia, se radica en Santa Fe, donde cubre con plausible eficiencia varias décadas de afanoso quehacer hasta su fallecimiento en
diciembre de 1954. Su vocacion docente le lleva a ejercer la presiden cia del Consejo de Educacion de la mencionada provincia, el rectorado del Colegio Nacional de la ciudad capital, la direccion del Bachillerato Nocturno y Liceo Nacional de Senoritas, que el funda, experiencias que, enriquecidas con el ejercicio del tutoriado fraternal y la catedra en el Colegio Histórico, le permiten volcar en el libro medulosos conceptos sobre nuestra zarandeada ensefianza media. Iniquieto y fecundo, su laboriosidad le concede tiempo para incursionar en el periodismo
y en las bellas letras" en prosa y en verso, algunas de cuyas producciones dio a la prensa con el seudonimo de "Tarloy". Tal el h0mbre. Veamos su obra.
En materia de internados no habia en nuestro pais una experiencia utilizable, salvo la adquirida en muy contados institutos, especialmente religiosos, y desde luego, en el primitivo Colegio del Uruguay. Todos ellos habian sido planificados, incluso el de La Plata, sobre la base del régimen de vida colectivo, y por lo tanto, sin concesiones para con las idiosincrasias individuales. Con respecto a la entonces novedosa concepción tutorial, nuestros antecedentes se reducian a la literaturaespecializada. Conviene recor,dar que los primeras se confiaban a pedagogos y su éxito dependía de la disciplina a cuyas normas reglamentarias debian subordinarse los individuos y el conjunto; la direccion de los segundos competía 'naturalmente a hombres que mas que maestros fueron padres en un ambiente hogareño de tal manera que la vida diaria se desenvolviera sin coerciones. El objetivo inmediato y final de , la conduccion era pues el pupilo y no la masa de educandos. La viabilidad del régimen depenedía, en consecuencia, mas de la calidad de la persona a quien se confiara la responsabilidad de la direccion que del sistema en sí.
LA FRATERNIDAD, a pesar de sus deficiencias estructurales, era un recipiente adecuado para intentar la aventura tutorial. Ningún establecimiento de su índole podía comparársesele tanto por sus objetivos eminentemente altruistas como porla benevolencia de su régimen interno.
Juliá Tolrá, dueño, de una imaginación extraordinaria pero dotado a la vez de gran sentido práctico para concebir y escoger los mejores medios de accion, encamina sus esfuerzos a establecer novedosas bases de convivencia fundadas en el sentido del deber y de la propia superación de los jóvenes educandos a quienes se les otorgaba su libertad, decía, "en un medio, en el , que no caben reglamentaciones represivas y sí tan solo las que tenían por objeto hacer posible la vida de la comunidad". Expresaba estos y otros novedosos conceptos en un interesante folleto titulado "Algunas instrucciones y consejosa los internos de LA FRATERNIDAD" por su tutor el doctor Antonio Juliá Tolrá; impreso en los talleres "La Aurora", de esta capital. Sobre tales fundamentos de limpia inspiracion democrática y
bondadoso paternalismo, organiza bajo su direccion lo que llamará la ''Republica Fraternal" .. EI gobierno de ésta se confiaba a la "Asamblea de Internos", la cual, por la vía del comicio, elegía un representante por cada quince electores, "Ministros" según su terminología, encargados de presidir las comisiones de "Cultura", "Disciplina", "Interior", "Estudios" y otras. El horario interno, sanciones disciplinarias, actos culturales, estudios, esparcimientos, vigilancia de los servicios varios y del estado del edificio y sus instalaciones quedaban de hecho subordinados a la
iniciativa de los propios destinatarios. Quince actas de otras tantas reuniones, de ese "Consejo de Ministros" celebradas entre el 16 de octubre de 1916, y el 4 de mayo de 1917 y mi propia experiencia personal, me autorizan a creer que la "República Fraternal" fue en nuestro pais un ensayo aleccionador, vigente hoy en muchos institutos similares europeos y
americanos. Por supuesto esa novedosa mecánica interna no constituía un fin en si mismo sino el medio para lograr los altos objetivos docentes que el tutor se proponia.
Sus ideales como hombre y maestro eran de elevado contenido social, y hasta
tal punto insólitos en aquella hora, que provocó notorias resistencias en los
altos cfrculos docentes apegados a viejas tradiciones lugareñas. Juliá Tolrá, profundamente versado en los problemas de la adolescencia, actuaba en dos direcciones convergentes: una, despertando el sentido de responsabilidad personal inherente a la condición humana; otra, infundiendo confianza en aquellos que creen en en sus semejantes y se empeñan en mejorarlos. Tales premisas conducian a admitir que el joven fraternal ademas de estudiante era un hombre libre, en formacion desde luego, pero hombre al fin, sujeto no a restricciones disciplinarias, sino a
conduccion paternal. Ser aplicado, ostentar las galas propias del buen alumno, continuaban siendo en su República méritos estimables pero parcializados, inherentes a un estado o condicion transitoria en la vida del adolescente. El enseñaba que otros muchos caminos conducen a la elevación de la juventud; y era indispensable recorrerlos, ya que hacían a la esencia misma de las futuras personalidades tales como la honradéz, la honestidad, la dignidad, el respeto a sí mismo, el sentido ético en la conducta publica y privada. . Hacer comprensibles esas verdades simples, y capacitar a la juventud para que obrara de acuerdo con ellas, era la chispa
inspiradora de su cotidiana labor.
Nuestro Próspero solía decir: "La instrucci6n hace mejores a los hombres mostrando que la conducta del letrado no es igual a la del pobre analfabeto; que las reglamentaciones son inútiles cuando los jóvenes tienen conciencia de su deber y del propio valor moral de sus acciones". "En una sociedad de hombres libres no caben las funciones policiales y síla guía y el
adiestramiento en el cumplimiento del deber", propiciando las actitudes urbanas en todos los aspectos de la vida de relación. Sea culto en el lenguaje y los ademanes", agregaba; "quien se acostumbra en la intimidad lo sera tambien en publico." Enseñaba las normas de la templanza y de las buenas costumbres aceptando el hecho incuestionable de que "la carne es débil y la voluntad de los jóvenes vacilante e inexperta". Predicaba que "el valor, el verdadero valor, se prueba dominando las propias pasiones y los impulsos irreflexivos". Sobre tales premisas, que el insinuaba con exquisita sencilléz en ocasion de los mas nimios acontecimientos de la vida diaria, como un riego fertilizante en el alma limpia de sus pupilos, regía la vida de la bulliciosa la no siempre comprensiva comunidad. Era un padre bueno; un padre bueno a quien se quería y escuchaba. Su fluencia espiritual nunca nos ha abandonado. El tutoriado fraternal fue un ensayo breve pero fecundo en enseñanzas. Duró, ya lohemos dicho, el término convenido y no renovado
entre la Naci6n y LA FRATERNIDAD. Pero menos, mucho menos, se mantuvo en el cargo don Antonio Juliá Tolrá. Es que nunca, desgraciadamente, se concedió tiempo en la enseñanza pública a quienes tuvieran ideas constructivas y voluntad para ejecutarlas como las tuvo este grande hombre de nuestro recuerdo.
Casi un cuarto de siglo separa a Antonio Juliá Tolrá de Bartolome Vassallo.
Remanso apenas turbado por las fiestas de conmemoración del 50° aniversario y el alistamiento exterior del actual edificio erigido al iniciarse el segundo decenio del presente siglo. Vassallo no es un simple accidente mas 0 menos significativo en la realidad temporal de la Institución, sino una
eminencia desde cuya cima es posible entrever un porvenir definitivamente mejor. En su testamento, otorgado muy poco antes de su muerte, expresó que no llevaria consigo ningún rencor habiendo hecho todo el bien que pudo; que tampoco se quejaba porque en las partes de alegrias y de penas que forman la vida, las primeras habían sido mucho más que las úlltimas; que hubiera sido su deseo comenzar en vida la ejecucion de las obras de beneficencia que dispone en su testamento, pero que presiente que desde la muerte de su querida esposa su fin se aproxima y que esos deseos el ya no podra realizarlos. Palabras sencillas, en cierto modo melancólicas, que definen toda una existencia.
Nos propusimos recordarlo no precisamente por su generosidad, que fue mucha y desacostumbrada en nuestro medio, sino por las posibilidades de dimension imprecisable que ha hecho asequibles. En términos estrictamente materiales Vassallo nada debia a LAFRATERNIDAD. Desde su ingreso en el año 1884 hasta alejarse de ella en 1888 fue siempre pensionista. Es este un hecho que conviene dejar bien aclarado. Mas tarde, en su maduréz, en muy pocas oportunidades, salvo en íntimas tertulias con viejos camaradas, pulsó la cuerda lírica de sus reminiscencias estudiantiles . Pero LA FRATERNIDAD estuvo siempre en su
corazón. Extraordinariamente bien dotado, ingresó al Colegio del Uruguay antes de cumplir diez años de edad, recibiendo el titulo de bachiller en 1889, vale decir, a los quince. Habia nacido en Gualeguay el 11 de diciembre de 1874. De aguda inteligencia, observador incisivo, rápido en sus juicios, certeros siempre, de extraordinaria capacidad para el trabajo, Vassallo debía ser y fue médico por decidida vocacion, mas concretamente, cirujano en el mas alto sentido de la palabra. Can notas sobresalientes se gradúa en la Universidad de Buenos Aires en 1897 y practica en los años iniciales en el Hospital de Clínicas al lado de profesores de la jerarquia de Castro y Gandolfo, cuyas famas colmaban de orgullo la actualidad cientifica de aquella hora.
En 1940, poco despues de asumir por primera vez la. presidencia del Consejo Directivo de la Institucion, quisimos ensayar la aventura de atraer hacia la vieja y entonces olvidada casade estudios la atencian y el apoyo popular siempre decisivos en sus horas difíciles. Creamos un pretexto: erigir en ella un mastil y adquirir una bandera patria. Sobre esta base, ingenua si se quiere, convocamos a los amigos de LA FRATERNIDAD que los sabiamos numerosos pero indiferentes. Logramos, no sin esfuerzos, organizar una comisión que se llamó "Pro-Obras", integrada por calificados vecinos, a uno de los cuales, el doctor Delio Panizza, se le confio la
presidencia. Tal como consigné en la Memoria correspondiente al año 1941 haciendo estricta justicia, por iniciativa de doña Lelia Gutierrez de Marco, distinguida integrante de la referida Comision, los modestos propósitos de nuestra originaria iniciativa se ampliaron a objetivos mas vastos. Muy pocos dias despues de solicitarse la colabaracion pública un ex interna, el doctor
Bartolomé Vassallo, por intermedio del doctor Benigno T. Martinez, pidió que se le permitiera hacerse cargo del costa total de las obras proyectadas.
El 14 de mayo de 1941 la nombrada comision "Pro Obras" pudo hacer entrega a LA FRATERNIDAD de las mejoras logradas con empeño y desinterés ejemplares. Asi y entonces puso termino definitivo a su briIlante gestion, tanto mas meritoria si se tiene en cuenta que ni el doctor Panizza ni la mayor parte de sus miembros integraban la conduccion de la Sociedad. Pero LA FRATERNIDAD ganó en esas circunstancias más, mucho más que esas mejoras.
Ganó un decidido y generoso protector, ganó un amigo cordiaL A partir de entonces, Vassallo establecia con la institucian, por mi particular intermedio, estrechos e ininterrumpidos vínculos honrandome con su amistad. que se tradujo en un nutrido intercambio epistolar, revelador de su extraordinarla calidad humana. Vassallo retomaba espiritualmente a LA FRATERNIDAD despues de medio siglo de ausencia física, pero, valga la paradoja, sin haberla dejado nunca
del todo. Desde luego, no era la institución él habia conocido en su adolescencia. Pobre sí, igualmente pobre, pero sin el espíritu de lucha e iniciativa que alimentaban a aquella que él dejó en 1888. Sus recuerdos tampoco lo vinculaban al ambiente fisico del albergue levantado en la época de Ugarteche, pues nos los decía en una de sus numerosas cartas que conservo, el primer año lo pasó en la casa de "techo pajizo" que tenia la Sociedad como dependencia, creo, decía,en la
calle 9 de Julio, y los restantes en la central que estaba frente a un hotel que se llamaba "Del Comercio". Si algo lo ataba a LA FRATERNIDAD, era, pues, el añejo espíritu altruista que presentía latente en los dias de su retorno.
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