Amigos: Reproducimos esta nota que nos enviara el Doctor Sergio Alfredo Martinez, ex interno de "La Fraternidad" (1953-1957). En ella, recuerda la acción solidaria y desinteresada de un "fraternal" con otro "fraternal" y que nos enorgullece haberlos conocido, reavivando nuestro compromiso con la esencia de la Casa Grande.
En la foto, Jorge Enrique MARTÍ, en la Plaza Ramirez el 14 de mayo de 2007 a las 00,00 horas, rodeado por internos y ex internos, todos FRATERNALES, en uno de los actos conmemorativos del 130ª aniversario de LA FRATERNIDAD.
Una anécdota que enaltece
En Marzo de 1950, Darío Jorge Pozzi, traspuso por primera vez los umbrales de LA FRATERNIDAD. Cinco años después, cargado de recuerdos y agradecimientos hacia la institución de la que fuera uno de sus tantos becarios, se despedía.
Formoseño, hijo de un hogar humilde, su madre, docente rural, tempranamente viuda, con gran sacrificio costeó los estudios de sus hijos. “Pincho” Pozzi –que así fuera conocido- obtuvo, años después en Córdoba, el título de escribano, profesión que ejerció –primero como funcionario judicial y después como notario- con su corrección habitual.
Destacado fraternal, amigo entrañable de Juan José Papetti, Ezequiel Perlestein, Hugo Bourié, Mario Nestoroff, Horacio Mair –entre otros- descolló en las huestes de Estudiantil Fraternal como deportista excepcional e incursionó, también, como colaborador de los primeros números de la Revista CHECALE. Allí, se granjeó el afecto imperecedero de Jorge Enrique Martí, entonces Vicedirector de la Frater y fundador de la recordada revista.
Buen jugador de pelota a paleta, deporte que aprendiera en el viejo frontón de nuestra Casa, excepcional jugador de ping pong (fue campeón en varios torneros, entre ellos uno de la ciudad de C. del Uruguay), pero donde más se destacó fue como basquebolista.
Conjuntamente con Ricardo “el Mono” Alvarez –otro gran atleta proveniente de Las Palmas (Chaco)- conformaron una dupla que encumbró a Estudiantil Fraternal a los primeros lugares entre los clubes de la ciudad. Confrontábamos con equipos de infantes, cadetes y primera. En esta categoría, la diferencia con los mayores era evidente, pero se compensaba la diferencia de edad con óptima preparación, envidiable pasión y amor hacia los colores fraternales, virtudes constantes de nuestros equipos, que con el aliento vigoroso de los confraternos, salían airosos en partidos memorables. Los trofeos que atesoran las vitrinas fraternales, confirman la veracidad de este relato, dirigido preferentemente a los nuevos confraternos.
Y volviendo a nuestro recordado “Pincho”. Supo integrar el seleccionado de básquet de C. del Uruguay en 1954. Su actuación fue destacada en el partido final que consagrara a la selección de C. del Uruguay campeona de la Provincia de Entre Ríos. Dueño de una certera media distancia, y envidiable habilidad suplía con ellas su baja estatura para este deporte. Incluso –en este tengo presente su relato- fue convocado a integrar la selección de la Provincia de Entre Ríos, pero la oposición de su madre –comprensible- le impidió aceptar la honrosa convocatoria. Habría dicho doña Patrocinia –que así se llamaba su madre- “... Todo el año ausente de tu casa, de Formosa, y nuevamente me quieres dejar... ¿te parece bien? ... y nada más que para jugar al básquet...” y el buen hijo que fuera “Pincho” –no sin pena- bajó los ojos y acató la negativa.
Pero estos hermosos recuerdos, de quien me honrara con su amistad –señalo que en 1953 llegué a LA FRATERNIDAD con otros formoseños y nos asignaron en el comedor una mesa, donde los “capos” eran Papetti y Pozzi- quizás no los habría volcado en este escrito, si a ellos no pudiese agregar la siguiente anécdota que define como pocas el ser fraternal y de la que fueran protagonistas Jorge Enrique Martí y “Pincho” Pozzi, confraternos de distintas camadas, distantes entre si alrededor de diez años.
Diciembre de 1954. Pozzi, flamante bachiller, se encuentra con Martí. La buena noticia, el abrazo de felicitación, la alegría y la pregunta que éste formula:
- ¿Y ahora que vas a hacer...?
- Vuelvo a Formosa, en cuanto reciba el giro para el pasaje.
- Supongo que será después de la fiesta de egresados, del baile de recepción...
- Me gustaría quedarme. Pero, Martí, no tengo ropa. Mi traje de viejo y raído, apenas si da para ir a la salamanca.
- No Pincho... eso no lo voy a permitir. ¿Cómo vas a estar ausente vos de la fiesta de recepción, porque tu traje no sirve? Me hago cargo y esta tarde nos encontramos en la “Mosca Blanca” (tienda importante de la época).
- Martí, de ninguna manera puedo aceptarlo. La Frater ya me dio demasiado y estoy inmensamente agradecido. No tenés porqué ocuparte de la ropa que no tengo. Te agradezco de corazón ... pero no...
- Mirá Negro, no me hagas infeliz con tu negativa. Con lo que tengo, que no es mucho, y con ser fraternal me alcanza y sobra para que luzcas y disfrutes esa noche que te será inolvidable. Fraternales somos en las buenas y en las males. No me contestes nada más y a las cinco de la tarde nos encontramos si o sí...
Mucho después, Pozzi, me contó ese episodio tan lindo, que pudo haber ocurrido según lo relato. Y me decía... “así fue que nos encontramos en la “Mosca Blanca” y tuve traje, camisa y corbata nuevos. Y en medio de la algarabía del baile de egresados, por momentos, al recordar el gesto generoso de Martí, se me llenaban los ojos de lágrimas. No lo podía creer. Es que Martí es un hombre fuera de serie... sí, fuera de serie...”
Cuando en 1977, Martí nos visitó en Formosa, se alojó en la casa de Pozzi. Varios quisieron tenerlo consigo. Entre ellos, Alberto Montoya –ex gobernador de Formosa y compañero de promoción- pero fue más fuerte el requerimiento de “Pincho”, que entre mate y mate quiso evocar y agradecer aquel noble e inolvidable gesto.
Pozzi ya no está. Nos dejó en 1995. Pero estas líneas habrían sido de su agrado, por la gratitud y el elogio inmenso que encierran hacia el querido Jorge Enrique Martí, todo un símbolo del ser fraternal.
Formosa, Julio de 2007.-
Sergio Alfredo Martínez
En Marzo de 1950, Darío Jorge Pozzi, traspuso por primera vez los umbrales de LA FRATERNIDAD. Cinco años después, cargado de recuerdos y agradecimientos hacia la institución de la que fuera uno de sus tantos becarios, se despedía.
Formoseño, hijo de un hogar humilde, su madre, docente rural, tempranamente viuda, con gran sacrificio costeó los estudios de sus hijos. “Pincho” Pozzi –que así fuera conocido- obtuvo, años después en Córdoba, el título de escribano, profesión que ejerció –primero como funcionario judicial y después como notario- con su corrección habitual.
Destacado fraternal, amigo entrañable de Juan José Papetti, Ezequiel Perlestein, Hugo Bourié, Mario Nestoroff, Horacio Mair –entre otros- descolló en las huestes de Estudiantil Fraternal como deportista excepcional e incursionó, también, como colaborador de los primeros números de la Revista CHECALE. Allí, se granjeó el afecto imperecedero de Jorge Enrique Martí, entonces Vicedirector de la Frater y fundador de la recordada revista.
Buen jugador de pelota a paleta, deporte que aprendiera en el viejo frontón de nuestra Casa, excepcional jugador de ping pong (fue campeón en varios torneros, entre ellos uno de la ciudad de C. del Uruguay), pero donde más se destacó fue como basquebolista.
Conjuntamente con Ricardo “el Mono” Alvarez –otro gran atleta proveniente de Las Palmas (Chaco)- conformaron una dupla que encumbró a Estudiantil Fraternal a los primeros lugares entre los clubes de la ciudad. Confrontábamos con equipos de infantes, cadetes y primera. En esta categoría, la diferencia con los mayores era evidente, pero se compensaba la diferencia de edad con óptima preparación, envidiable pasión y amor hacia los colores fraternales, virtudes constantes de nuestros equipos, que con el aliento vigoroso de los confraternos, salían airosos en partidos memorables. Los trofeos que atesoran las vitrinas fraternales, confirman la veracidad de este relato, dirigido preferentemente a los nuevos confraternos.
Y volviendo a nuestro recordado “Pincho”. Supo integrar el seleccionado de básquet de C. del Uruguay en 1954. Su actuación fue destacada en el partido final que consagrara a la selección de C. del Uruguay campeona de la Provincia de Entre Ríos. Dueño de una certera media distancia, y envidiable habilidad suplía con ellas su baja estatura para este deporte. Incluso –en este tengo presente su relato- fue convocado a integrar la selección de la Provincia de Entre Ríos, pero la oposición de su madre –comprensible- le impidió aceptar la honrosa convocatoria. Habría dicho doña Patrocinia –que así se llamaba su madre- “... Todo el año ausente de tu casa, de Formosa, y nuevamente me quieres dejar... ¿te parece bien? ... y nada más que para jugar al básquet...” y el buen hijo que fuera “Pincho” –no sin pena- bajó los ojos y acató la negativa.
Pero estos hermosos recuerdos, de quien me honrara con su amistad –señalo que en 1953 llegué a LA FRATERNIDAD con otros formoseños y nos asignaron en el comedor una mesa, donde los “capos” eran Papetti y Pozzi- quizás no los habría volcado en este escrito, si a ellos no pudiese agregar la siguiente anécdota que define como pocas el ser fraternal y de la que fueran protagonistas Jorge Enrique Martí y “Pincho” Pozzi, confraternos de distintas camadas, distantes entre si alrededor de diez años.
Diciembre de 1954. Pozzi, flamante bachiller, se encuentra con Martí. La buena noticia, el abrazo de felicitación, la alegría y la pregunta que éste formula:
- ¿Y ahora que vas a hacer...?
- Vuelvo a Formosa, en cuanto reciba el giro para el pasaje.
- Supongo que será después de la fiesta de egresados, del baile de recepción...
- Me gustaría quedarme. Pero, Martí, no tengo ropa. Mi traje de viejo y raído, apenas si da para ir a la salamanca.
- No Pincho... eso no lo voy a permitir. ¿Cómo vas a estar ausente vos de la fiesta de recepción, porque tu traje no sirve? Me hago cargo y esta tarde nos encontramos en la “Mosca Blanca” (tienda importante de la época).
- Martí, de ninguna manera puedo aceptarlo. La Frater ya me dio demasiado y estoy inmensamente agradecido. No tenés porqué ocuparte de la ropa que no tengo. Te agradezco de corazón ... pero no...
- Mirá Negro, no me hagas infeliz con tu negativa. Con lo que tengo, que no es mucho, y con ser fraternal me alcanza y sobra para que luzcas y disfrutes esa noche que te será inolvidable. Fraternales somos en las buenas y en las males. No me contestes nada más y a las cinco de la tarde nos encontramos si o sí...
Mucho después, Pozzi, me contó ese episodio tan lindo, que pudo haber ocurrido según lo relato. Y me decía... “así fue que nos encontramos en la “Mosca Blanca” y tuve traje, camisa y corbata nuevos. Y en medio de la algarabía del baile de egresados, por momentos, al recordar el gesto generoso de Martí, se me llenaban los ojos de lágrimas. No lo podía creer. Es que Martí es un hombre fuera de serie... sí, fuera de serie...”
Cuando en 1977, Martí nos visitó en Formosa, se alojó en la casa de Pozzi. Varios quisieron tenerlo consigo. Entre ellos, Alberto Montoya –ex gobernador de Formosa y compañero de promoción- pero fue más fuerte el requerimiento de “Pincho”, que entre mate y mate quiso evocar y agradecer aquel noble e inolvidable gesto.
Pozzi ya no está. Nos dejó en 1995. Pero estas líneas habrían sido de su agrado, por la gratitud y el elogio inmenso que encierran hacia el querido Jorge Enrique Martí, todo un símbolo del ser fraternal.
Formosa, Julio de 2007.-
Sergio Alfredo Martínez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario