martes, 29 de enero de 2008

"LA FRATERNIDAD" por Luis Doello Jurado - Gualeguaychú, junio de 1953.

Expurgando la biblioteca del Centro Maxit, desempolvamos un artículo escrito por Luís Doello Jurado a quien los más jóvenes no hemos podido conocer, sencillamente por razones históricas.

Hoy, cuando "La Fraternidad" parece como subsumida en la Universidad de Concepción del Uruguay, su concepción histórica, sus latidos primigenios envían desde su egregio e insigne pasado un llamado de atención a quienes no han olvidado qué es La Fraternidad y para qué, con qué fin la soñaron LOS FUNDADORES.

Constante y firme es nuestro compromiso de reponer en la sociedad a "La Fraternidad", en su esencia. Como "Fraternales", anhelamos acercar a las nuevas generaciones el contenido fundador, que hoy don Luis Doello Jurado en simpleas trazos sintetiza en su escrito. Solamente sobre ésta concepción, creemos, podrá proyectarse cabalmente la institución. Los experimentos, aún con impulsos bienintencionados, transcurridas varias décadas, pareciera que apenas se aproximaron a las metas imaginadas.


"LA FRATERNIDAD" por Luis Doello Jurado, Gualeguaychú, junio de 1953 (Publicado en el Primer número de "CHÉCALE", del 21 de junio de 1953)




"Fuí becado por la Cooperativa de mi pueblo con cuatro compañeros más, en marzo de 1887: Luis Alvarez, Esteban Piaggio, Adolfo Etcheverst, Antonio Almeida. Las Cooperativas departamentales de La Fraternidad flaquearon, y en mi quinto año obtuve una beca del Gobierno de la Provincia.

Conocí pues "La Fraternidad" (y la fraternidad) en forma que jamás se borrará de mi alma. Las becas no eran limosnas ni prebendas palaciegas. Las otorgaban las comisiones departamentales en tal número tal como lo permitía el monto de las cuotas que aportaba el vecindario, dividido por el importe de la beca, 18 $.

Los becados éramos responsables ante los contribuyentes, que no hubieran soportado costear holgazanes o ricos; teníamos que sacar por lo menos 6, término medio, al fin del añoy no haber fracasado en ninguna asignatura para conservar la beca.

Eramos hombres. Hombres del Colegio de Urquiza. Los estatutos de "La Fraternidad" eran un hermoso documento de patriotismo sin gritos ni espasmos; se exigía seriedad y laboriosidad, y se obtenía. Un artículo penaba con expulsión a quien delatara a un compañero. En 1888, una madrugada, aparecieron detrás del ombú del sitio todos los cubiertos con que se servía la mesa a los ochenta y tantos internos, hechos pedazos con diabólica paciencia; había hojas de cuchillos rotas en trocitos de una o dos pulgadas. Era la forma de la más drástica protesta contra la calidad de las comidas. En verdad, una vez se encontraron, en un arróz a la valenciana, ratoncitos cocinados enteros junto con los trozos de salchicha.

El presidente Dr. Ugarteche, cuyo monumento es poco para su noble figura, se dirigió a los internos con detonante violencia, y amenazó con expulsiones en masa y otras penas severísimas.

Cincuenta y tantos años después un compañero de aquellos tiempos me confió el nombre de uno de los delincuentes. No sé cómo lo sabía; no lo dijo a nadie mas; y yo no lo digo. No lo quiero decir.

Y ahora, viejo, más cerca de los 80 que de los 70, he vuelto a "La Fraternidad" y la encuentro igual en la nobleza de los corazones, igual en la falta de énfasis, en la naturalidad de las posturas morales, sin gritos ni declamaciones. Son caballeros y son alegres. No alardean ni temen. Y otra cosa que me llenó de sana alegría, aprecian a sus autoridades. Para esas autoridades no hay mejor elogio y yo se los tributo a plena conciencia. Honra de Entre Ríos, institución única en su carácter, el país entero debiera saber esto que yo sé y digo".

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