Juan José Papetti (Interno 1950-1954) |
Siempre nos acordamos de Florencio López. Quienes vinimos guachos a La Fraternidad hace más de sesenta años buscando techo, pan y una mano sobadora, incorporamos a nuestros afectos los que recibimos de ese Negro bondadoso.
|
Por ello encontré que el Negro López era demasiado bondadoso, demasiado sensible y conocedor de nuestro propio barro para limitar su generosidad. Nos dio lo que nos faltaba, nos abrió su casa limpia y perfecta como las celdillas de un panal, donde Esther –su compañera- velaba serena y dulcemente. El Negro elaboraba la miel de su ternura, no para él, sino para nosotros, los forasteros, adolescentes solitarios.- Esa vivencia nos obliga a recordarlo y señalar con seguridad que su vida es ejemplar.
Por eso considero valedero repetir las palabras que dijo Enrique Banchs –que fue huésped de Florencio- de aquel otro fraternal ejemplar, el querido Luís Doello Jurado, y que escuchamos con Jorge Martí hace más de medio siglo en Gualeguaychú, sosteniendo que “este Florencio López ha cumplido airosamente el deber primordial y calificativo de un hombre: el de edificar su vida de acuerdo con el espíritu”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nos interesa su comentario. Gracias, Centro maxit.