Hace unos pocos días moría Horacio Mair en la Clínica Cooperativa Médica de Concepción del Uruguay.
Los designios de Dios, cuándo y cómo debemos dejar este mundo están fuera de nuestro dominio. Y sí sabíamos que “Rabito”, este querido “Fraternal”, hombre de bien, padecía una deficiencia pulmonar crónica que limitaba grandemente sus actividades y significaba una amenaza para su estado de salud, e imaginábamos que recibiría adecuada atención médica y humana.
De la atención médica no sería correcto opinar pues no somos profesionales en el arte de curar. En cambio sí podemos opinar acerca del tratamiento descomedido que recibió la esposa María Garmendia, Marita para nosotros.
Este blog es un nexo “Fraternal” y sencillamente queremos expresar que nos resultan increíbles las actitudes de algunos profesionales y enfermeras, que no creemos exagerado señalarlas como desconsideradas, casi torpes e innecesariamente rudas para con Marita y sus hijos.
Tener su esposo enfermo grave, en la sala de terapia intensiva, crea un estado de ansiedad e intranquilidad en la familia, que normalmente los profesionales saben atender con pocas palabras, sencilléz y humanidad, y por qué no cordialidad. Pués, no fue la experiencia vivida por Marita y los hijos del fallecido Horacio.
Los designios de Dios, cuándo y cómo debemos dejar este mundo están fuera de nuestro dominio. Y sí sabíamos que “Rabito”, este querido “Fraternal”, hombre de bien, padecía una deficiencia pulmonar crónica que limitaba grandemente sus actividades y significaba una amenaza para su estado de salud, e imaginábamos que recibiría adecuada atención médica y humana.
De la atención médica no sería correcto opinar pues no somos profesionales en el arte de curar. En cambio sí podemos opinar acerca del tratamiento descomedido que recibió la esposa María Garmendia, Marita para nosotros.
Este blog es un nexo “Fraternal” y sencillamente queremos expresar que nos resultan increíbles las actitudes de algunos profesionales y enfermeras, que no creemos exagerado señalarlas como desconsideradas, casi torpes e innecesariamente rudas para con Marita y sus hijos.
Tener su esposo enfermo grave, en la sala de terapia intensiva, crea un estado de ansiedad e intranquilidad en la familia, que normalmente los profesionales saben atender con pocas palabras, sencilléz y humanidad, y por qué no cordialidad. Pués, no fue la experiencia vivida por Marita y los hijos del fallecido Horacio.
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