jueves, 17 de enero de 2008

Antología Cultural del Litoral Argentino

La Medicina Popular en la Literatura Folclórica

"Muchos autores entrerrianos han extraido precisamente de las tradiciones populares buena parte de su obra. Hasta la toponimia actual de la provincia conserva nombres de indudable origen popular, gaucho o indígena. La medicina popular goza de una aceptación masiva, y al parecer esa aceptación proviene de la eficacia de la farmacopea folclórica. Debemos recordar también que el mayor de los médicos renacentistas, Paracelso, quemó todos sus libros de medicina y confesó que toda su sabiduría médica o curativa la había recibido de las hechizeras, los vagabundos y, desde luego, de los alquimistas. Tampoco podemos olvidar que Paracelso fue el creador de la homeopatía.
Con el payador de los vivaques y de los patios de estancia y corralón, de comité y fiestas patria, se pone a la par ese "verseador" anónimo que se ocupó de legarnos los versos para el truco junto con las más insólitas recetas para curar todos los males conocidos. la medicina popular -herencia de milenios- es justamente una recurrida fuente de inspiración. La pieza que vamos a transcribir la recitó el 26 de mayo de 1943 y durante una velada en casa del doctor Juan José Bruno, de Concepción del Uruguay, un morocho llamado Paredes, lo que hizo con las manos cruzadas en la espalda y la mirada en el piso. paredes no sabía leer ni escribir, y uno de nosotros la tomó al dictado.. Ignoramos si esta composición ha sido publicada alguna vez. Tampoco conocemos a su anónimo autor ni cuándo se fijó en la memoria popular. hasta el mismo Paredes pudo haber sido el autor de "Mis recetas":

No hay nada más aprobao

pa curar el padrejón (*)

qu'el hinojo y el cedrón

con alguna manipuela (**)

el sauce es pa' el resfriao,

p' al sabañón es la ortiga;

macela pa la barriga

que mejor rimedio no hayo,

arazá, cola e' caballo

pa riñones y vejiga.
.....................................

Pa la mala enfermedá

lo mesmo nueva que vieja

el quequén, yerba la oveja,

la miona o el zacará.

Una pomada o' verdá

pa curar la disipela

se hace friendo con cautela

seis hojas de moralito

y otras tantas de ucalito

y un poco de sebo e' vela.


Pa curar un sabañón

se pone en el fuego un ratro

un poco e' tuna en un plato,

dispués se rifriega juerte.

(*) Padrejón: histerismo en los hombres.
(**) Manipuela: manipulación, movimiento de las manos.


Dentro de la poesía de inspiración folclórica y con igual temática que la anterior, marcelino M. Román, poeta culto pero que conoció la vida y los trabajos del campo, escribió otras recetas, que aparecieron en su libro Coplas para los hijos de Martin Fierro:

Para combatir la fiebre

no hay como la vira-vira

ni que la menta del campo

para curar las heridas.


Yerba mora para darle

un alivio al corazón;

también resultan buenazos

el toronjil y el cedrón.


Semilla de uña del diablo

la nube del ojo quita,

y para quitar catarros

tisana de anacahuita.


Abrojo chico, verbana,

tas liso, mburucuyá,

gramilla y lengua de vaca

para mala enfermedad.


Agua de pelo de choclo

es cosa fresca y purgante.

Tiene el dolor de cabeza

en el palán su calmante.


Hay dolencias que no sanan

ni con el sánalotodo;

esas también tienen cura

pero hay que buscar el modo.


No van a curar los daños

que están en el caracú,

paños tibios, cataplasmas,

ni rezos ni hojas de ombú. (***)


(***) Ruíz, Luís Alberto. De unos apuntes inéditos, destinados a una Historia de la Literatura Entrerriana elaborada por ese autor. Corresponde al capítulo sobre "El folclore literario".

Extraido del libro Antología Cultural del Litoral Argentino, Edición de Eugenio Caselli, Ediciones Nuevo Siglo, 1995.











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